sábado, 19 de agosto de 2017

Reseña: "La Sombra del Hegemón" Orson Scott Card

Me estoy saltando muchas reseñas pero es que este libro LO VALE. A parte de que me quiero poner a escribir sobre las mil emociones que siento en este momento que acabo de terminarlo.

El libro de La sombra de Ender es uno de mis favoritos, me lo he leído varias veces y para una persona como yo (que no lee un libro más de una vez, a lo mucho dos) es mucho que decir. Sin embargo no había tenido la paciencia para leer las continuaciones de ésta saga, y cuando tuve la oportunidad de poder conseguirlas, no lo dude.

Para empezar, lo que más me detenía, era el hecho de que la guerra fórmica ya había terminado y no concebía que algo más pudiera darle forma a que continuaran con la historia:
¡QUE EQUIVOCADA ESTABA!

Bean, el super genio, volvió a engancharme desde principio a fin, la historia siempre fue absorbente a pesar de que trata temas políticos e históricos. Orson Scott Card te sabe llevar tan pacientemente y de la mano a los asuntos que expone, por lo cual no te aburres en lo más mínimo aunque no entiendas nada sobre política, como yo.

Sí, si hay un propósito para seguir con la historia ya que después de que se ganara en la guerra contra los insectores, todos los niños que sirvieron a La Flota Internacional regresaron a la Tierra, a excepción de Ender, que fue exiliado "por su propia seguridad". Al volver se encontraron con una guerra en la cual, al ya no haber un enemigo en común que amenazara la supervivencia humana, todas las potencias de mundo luchaban entre sí por el poder. Utilizando a sus niños, graduados de la Escuela de Batalla para que lideraran sus ejércitos, estas potencias fueron engañadas por un malvado e inteligente genio: Aquiles.

Y en sí, la historia trata sobre como se resuelve este conflicto, poniendo a prueba lealtades, amistades e inclusive el amor.

Yo sigo con mi shock, porque no era lo que esperaba. Realmente temía que me aburriera, pero no fue así y me alegro. Ya les iré contando como me va con la siguiente parte:
"Las marionetas de la sombra".

jueves, 16 de marzo de 2017

"Nunca estuviste solo" Capítulo 5. ¿Alianza?

Antes de que lean este capítulo quiero pedir una disculpa por los meses que tardé en actualizar, llegó un momento en el que creí que ya no valía la pena seguir con esta historia sin embargo alguien me pidió que siguiera, que quería saber más acerca de Janeth así que lo hice. Espero ser más constante en esta ocasión. Segunda cuestión, en mi regreso al fanfic hice algunos cambios en la historia que ya estaba publicada, son cambios insignificantes que no te afectan si es que ya no quieres volver a leer. Como resumen, su nombre en Osadía cambió a "Jane" y es el dato más relevante de los cambios que hice. Ahora sí, disfruta.

No se mueve ni emite ni un solo ruido y lo único que se llega a escuchar unos segundos después fueron los aplausos de Eric.
  —¡Bien hecho! Esto realmente fue una lucha entretenida —se burla—. Quien sea, llévesela a la enfermería, no creo que ella pueda recobrarse de ésta como los demás —dice, señalando a los que están recobrándose a duras penas de las peleas pasadas—. No tiene esa fortaleza. 
Christina, amiga de Tris se acerca furiosa con la intención de ayudarle, sin embargo Eric se interpone en su camino y le mira con desdén.  
  —Tú eres la siguiente y el tratar de huir no te va a librar de la pelea. Que se la lleve alguien más, o sólo déjala en un rincón esperando que despierte.  
  Le miro sin poder darle crédito a sus palabras, sabía que él era cruel, pero realmente es mucho peor que eso. Sin esperar ninguna palabra me acerco a Tris que está inconsciente y aún con la rabia en mi interior, la levanto. Aunque me cuesta un poco de trabajo  hacerlo, ya que también estoy adolorida, camino con decisión hacia la salida ignorando los comentarios de los demás.  
Como puedo abro la puerta y veo que Cuatro está a unos pasos, recargado en la pared como él solía hacerlo cuando se quedaba mirándome mientras trabajaba en las computadoras. Bufo y sigo caminando hacia la enfermería, en silencio me sigue sin embargo siento como sus ojos me perforan la nuca, no entiendo porque tanto enfado. Dejamos a Tris en una cama libre y salgo, él se queda unos segundos adentro mientras yo me dirijo nuevamente a la sala de entrenamiento.  
  Siento como unas manos pesadas me aferran el hombro y me obligan a voltearme.  
  —¿Por qué lo hiciste? —pregunta hecho una furia.  
—¿Disculpa? —le miro ofendida—. ¿En serio estás preguntándome por qué me defendí? ¿O tu verdadera pregunta es por qué no soy yo la que está ahí? —señalo la puerta donde está Tris.
  —Tú sabías pelear cuerpo a cuerpo, era obvio que ella no.
  —¿Y sólo por eso debía dejarme golpear por ella? ¿Estás diciéndome que los Osados debemos tenerles consideración a nuestros adversarios y dejarnos vencer sólo porque no saben defenderse?
  Le doy la espalda sin esperar respuesta con la intención de volver, pero Cuatro se mueve rápido. Me toma de los hombros y me empuja contra la pared, me inmoviliza con un brazo poniéndolo contra mi pecho y con su mano libre golpea la pared muy cerca de mi rostro, provocándome miedo.
  —Sabes cómo noquear a una persona fácilmente... —Habla muy bajo cerca de mi oído, aunque suena como a un gruñido contenido.
  —Eric quería un espectáculo. Además, si yo hacía eso, él se hubiera sorprendido que una trasladada supiera luchar de esa forma. ¿Querías que me expusiera también? ¿Y con ello, el secreto de lo que hacíamos todas las veces que venía a Osadía antes de mi traslado?
  Cuatro gruñe sin contenerse y vuelve a golpear la pared con su mano antes de alejarse unos pasos. Sin moverme un centímetro le miro confundida.
  —¿Por qué te pones así por una estirada? —Pregunto cautelosa.
  —No es sólo por ella. —Se sincera—. Eric tiene un plan de entrenamiento este año que me molesta, y no por la rudeza del plan, sino por el trasfondo que podría tener.
  —Se están adelantando... —susurro para ambos. Él asiente y nos miramos por unos segundos sin decir nada, como si estuviéramos teniendo la conversación en nuestras mentes.
  —Hablemos de esto en otro momento fuera de aquí.
  Se aleja en dirección contraria a la sala de entrenamiento y yo vuelvo algo distraída. Cuando entro, Cristina está en el piso inconsciente y Peter habla mientras se burla. Eric comenta que han sido todas las peleas por hoy y que mañana haremos una excursión a la valla. Salimos de ahí, los que aún podemos caminar, para dirigirnos a tomar la cena. Terminando, declino la oferta de Uriah para beber en el Pozo y me dirijo a dormir temprano, aún estoy demasiado adolorida y cansada. Pareciera que el agotamiento de los últimos días toma factura en mí porque me quedo dormida casi al instante en que apagan las luces del complejo.
**********
  Estábamos en una habitación muy fría, era pequeña y oscura ya que estaba casi al fondo de la estructura del complejo de Osadía, en una zona casi abandonada, era donde nos ocultábamos para entrenar. También podíamos hablar tranquilamente sin que fuésemos intervenidos, ya que a las pocas semanas de que termináramos de instalar todo el CCTV del complejo, nos dimos cuenta que no tendríamos pretextos para seguirnos viendo, pero se dio a la tarea de buscar un lugar donde pudiéramos seguir nuestro trato; él me entrenaba en combate físico y yo le asesoraba en cuestiones más... intelectuales.
  Cuatro estaba de espaldas contra el suelo, yo estaba de pie a un lado de él riendo.
  —¡Lo logré! —le miré desde arriba y lo señalé—. Al fin logré vencerte.
  Él intentó girar su cuerpo en el suelo, barriendo sus pies cerca de los míos con la intención de hacerme perder el equilibro, sin embargo fui más rápida y salté justo en el momento adecuado para evitar caer. Sonreí al estirar la mano para ayudar a levantarlo y de un movimiento, dejó caer su peso hacia atrás haciendo por fin que perdiera el equilibro, lo cual aprovechó para situarse detrás de mí y hacerme caer en una media vuelta de espaldas al suelo.
  —Jamás cantes victoria antes de tiempo —comentó con la respiración entrecortada por el entrenamiento que habíamos tenido—. El enemigo siempre puede volver a ponerse de pie.
  —No si lo elimino definitivamente —contesté entre quejidos, sobándome la cadera mientras me levantaba—. Lección aprendida
  Sin decir mucho más, nos tomamos un tiempo para regularizar nuestras respiraciones y beber agua. Minutos después, antes de salir de la habitación, Cuatro me detuvo de un brazo y me giró hacia él.
  —Promete que lo que has aprendido en estas semanas sobre combate jamás lo usarás contra los débiles. Es defensa personal y no debes abusar de ello, ¿entendiste?
  —Claro —sonreí con burla—. Lo tendré en cuenta cuando sea más fuerte que tú. No te haré daño, tranquilo.
  Él hizo una mueca al sonreír. Puso su brazo encima de mis hombros en un medio abrazo y salimos con cautela al pasillo oscuro que nos llevaría a las vías, para que yo pudiera regresar a Erudición.
**********
Al día siguiente nos llevan a la valla, tenemos que estar a las ocho y cuarto en las vías. Cuando despierto Tris está de nuevo en su cama, seguramente regresó cuando era de noche; se ve realmente fatal, uno de sus ojos está completamente morado y algo hinchado. Me siento algo culpable así que no le presto atención en casi todo el día.
La visita transcurre sin muchas novedades, nos explican los trabajos que podríamos realizar si logramos pasar las pruebas de la iniciación y Cuatro nos da una visita guiada por toda la valla. Casi al final de la tarde, justo antes de volver cuando todos esperamos el tren; mientras hablaba con Lynn sobre lo que más nos convendría hacer después de la iniciación, veo a Cuatro platicando con Tris, sin quitarles la mirada de encima observo cómo le toca el ojo morado con delicadeza y aunque ella aleja la cara él no deja de mirarla. Regresamos al complejo en la tarde justo a la hora de comer, pero termino mucho antes que todos y me levanto.
Doy vueltas por el complejo sin prestarle mucha atención por donde camino, llego al borde del abismo y me siento pegada a la pared mirando hacia la nada. Después de unos minutos de silencio una voz firme rompe el hilo de mis pensamientos.
—¿Qué haces aquí sola?
Me levanto asustada creyendo que se trataba de alguien más, me sacudo la ropa y cuando enfoco mi mirada en la oscuridad pero sólo es Eric que está mirándome con los brazos cruzados.
—Yo... —carraspeo—. Yo sólo quería estar sola y pensar.
—Ahora eres una Osada, no debes pensar. Sólo actuar.
—¿Disculpa? No sé a qué te refieres, pero sólo es un decir. El hecho de que esté aquí en Osadía no significa que deje de pensar.
Trato de caminar de vuelta al bullicio que se oye a lo lejos del Pozo, pero me corta el paso poniendo su ancho brazo en lo angosto del túnel.
—Sé lo que tramas. Te he observado desde que llegaste, por alguna razón sentía que te había visto en algún lugar y no podía recordarlo, hasta que te vi salir de la sala de control detrás de Cuatro. Fue entonces cuando te recordé, Janeth.
Me tenso al oír mi verdadero nombre y aprieto los puños. Alzo la vista y le miro con desprecio.
—¿Qué es lo que quieres?
—Quiero ayudarte. Sé que eres una chica lista y no me vendría nada mal un aliado. He visto como Cuatro mira a Tris y sé que eso no te agrada. Sé que estas enfadada con él por dejar de lado su... ¿Amistad? Lo que sea, ella lo está acaparando y es algo que te cabrea, ¿no es así? —Sonríe con malicia, le sigo mirando sin responder, pero tampoco es como si esperase una respuesta—. No es nada para mí y sí tú me ayudas en una pequeña cuestión, puedo deshacerme de ella para que tu relación con Cuatro no tenga obstáculos y siga como antes. ¿Qué te parece?
Estira su mano hacia mí como sí necesitara reafirmar un trato que se hizo de palabra, sin embargo no me muevo.
—Yo no necesito de tu ayuda, porque no sé de qué relación hablas. Cuatro y yo nunca tuvimos nada más allá de los cursos que yo venía a darle. Y hasta ahora es que le vuelvo a ver desde hace meses que se terminaron las instalaciones de su centro de control. Si me disculpas, me iré a dormir.
Esquivo su brazo pasando por debajo y comienzo a caminar, se oyen pasos tranquilos detrás de mí y yo deseo poder salir cuanto antes de ese túnel, casi al final, él me adelanta deteniéndome de nuevo de un brazo.
—Si cambias de parecer, búscame. Ella puede causarte muchos problemas si la dejas que haga lo que desea. Recuerda bien esto Janeth: Toma lo que es tuyo y elimina lo que amenace tu felicidad, si no, ellos te van a eliminar a ti.
       Sin dejarme contestar nada más, sale del túnel y se incorpora al ruido del Pozo. Me detengo en la cornisa y los busco, ella está riendo junto con sus amigos mientras come, Cuatro está a un lado y medio sonríe al verla. Desvío la mirada confundida y comienzo a  caminar rumbo hacia las regaderas, siento como con cada paso mi decisión se reafirma más y más.

jueves, 24 de noviembre de 2016

La necesidad

-¿Por qué hoy?

Layla volvió a gritar con todas sus fuerzas, se hacia bolita aferrándose con desesperación su vientre palpitante. Aproximadamente cada hora le daban contracciones peores que las que les dan a las embarazadas en momento de parto, le dolían las articulaciones y se contorsionaba en formas imposibles y durante un minuto tenía que soportar tal calvario. Al menos tenía 59 minutos para recuperarse para el siguiente ataque. Cuando paró esta vez, tardó unos diez minutos en pararse de nuevo del suelo.

La necesidad le atacaba cada cinco años durante tres días y entre más tardaba en ser atendida, más dolorosos eran los ataques. Ésta vez había comenzado en la mañana, ya era medio día y seguía sin poder moverse más allá de su cuarto. En realidad no tenía muchas ganas de salir, pero tenía que ocuparse de ciertos asuntos en el exterior. Tal vez los dejara para después.

Cuándo el dolor se hizo más soportable, se levantó de la cama y se puso una bata. Bajó despacio a la cocina y fue por el bote de basura, no sabría cuantos días tardaría en recuperarse así que tenía que sacar ese cubo antes de que se hiciera un basurero interior.

Puso la tetera con agua, con hierbas de manzanilla y eucalipto, ya que eso le calmaba el dolor un poco. Tomó el bote de basura y lo rodó hasta la calle con calma y se sentó a esperar a que pasara el camión de basura, a los pocos minutos llegó una gran camioneta de mudanza y un coche azul, de éste salió un hombre muy guapo con gafas de sol y bermudas, los trabajadores bajaron de la camioneta y comenzaron a bajar los grandes muebles.

-Genial, lo que me faltaba. El nuevo vecino -dijo Layla entre un susurro mientras miraba al chico, probablemente él sintió su mirada porque volteó y con una gran sonrisa se encaminó hacia ella.

-No, no... No vengas. -Suplicó Layla, pero él no entendió el mensaje y siguió caminando hacia ella- joder...
Ella se levantó tan rápido como su cuerpo dolorido se lo permitió y se tambaleó, lo cual hizo que él chico corriese para ayudarla.

-¿Estás bien? -Le preguntó de manera amable mientras le sostenía de los brazos. -Soy André, tu nuevo vecino.

-Emm si, ya me iba a meter, creo que el camión ya se tardó mucho.

Ella se intentó desprender de sus brazos sintiendo una ola de calor recorrer su cuerpo y ese estremecimiento previo al ataque.

-Debo irme ya. -Dijo más para sí misma que para él, se soltó y caminó de manera rápida hacia la puerta, pero él la siguió detrás con una cara de preocupación.

-¿Puedo ayudar en algo?

-No, gracias. -Respondió cortante.

Ella estaba a punto de entrar a su casa pero ya era demasiado tarde. La ola de dolor llegó antes de que pudiera cerrar la puerta y la tumbó al piso. ¿Qué diablos? No habían pasado ni siquiera veinte minutos desde que se había recuperado del ataque anterior. Seguro fue la cercanía excesiva que había tenido con ese macho humano. Sin poder evitarlo gritó fuerte y se dobló por el vientre

André se quedó completamente paralizado al ver el grito que profirió aquella criatura delicada. Le costó varios segundos salir de su estupor y correr a ayudarla. Se agachó a su lado y estiró los brazos para poder tomarla, pero ella no se dejó.

-¡No me toques! -Dijo ella en un gruñido, justo antes de que volviera a soltar un gran alarido que ésta vez le erizo la piel.

-¿Qué hago entonces? ¿Te dejo ahí tirada? -Le preguntó con desesperación.

Pero ella ya no lo escuchaba, se retorcía de manera inhumana en el suelo y parecía que tratase de arrastrarse dentro de la casa pero no conseguía moverse más de dos centímetros. Él ignoró por completo su orden de no tocarla y con decisión la tomo por debajo de las rodillas con un brazo y con el otro la sostuvo de la espalda, la cargó y se la echó al pecho para poder llevarla dentro. Sin embargo, una ola de calor y deseo puro lo envolvió al momento del contacto con ella. Le costó mucho autocontrol no hacer cosas sucias con aquella pobre alma en pena.

-¡No!

Layla volvió a rugir con todo lo que tenía cuando sintió el caliente roce de las manos de aquel desconocido, sintió palpitar su centro con fuerza y se retorció del dolor que aquello le causaba. No podía ver, pero entre lo nebulosa que era su vista, distinguió su casa por dentro y sintió moverse suavemente, como si levitara. Dejó de moverse, pero al instante gimió cuando sintió una suave y ardiente caricia en su frente, que fue bajando a su mejilla. Escuchó susurros de manera lejana, segundos después un roce en su cuello con algo húmedo le hizo arquearse gimiendo de dolor, fue tal el placer que eso le provocó que sintió una fuerte contracción en su centro que le humedeció por completo y le erizo cada vello de su cuerpo, desde su cuello a su pubis. Fue entonces cuando suspiró de alivio y cayó en un profundo sueño.

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En cuanto entró a la casa cerró la puerta detrás de si con un pie, se adentró y dejó a la chica en el sillón de la estancia, André le tocó la frente para medir su temperatura y bajó a sus mejillas. Ella literalmente estaba ardiendo.

-Tranquila, te ayudaré. No te preocupes.

Buscó con la mirada la cocina y se dirigió, entró para buscar una vasija llenándola con agua fría del grifo y tomó una toallita de mano que estaba sobre la mesa. Volvió a escuchar un grito aterrador que provenía de la sala y volvió tan pronto como pudo. Mojó la toallita y la exprimió un poco, la puso sobre su frente y sus mejillas, pero ella sólo siseó, cuando la mojó de nuevo y la puso sobre su cuello, a la altura de su yugular, ella gimió y alzo la espalda del sillón en un arco y de la nada, cayó profundamente dormida.

André estaba muy confundido y aturdido por la escena que acababa de presenciar, pero tenía que ocuparse de ciertos asuntos privados, específicamente bajo sus pantalones. Era increíble lo hermosa que era esta chica, su cabello rubio estaba trenzado y atado con un listón violeta. Su bata apenas si cubría la piel clara que tenía.

-Para. -Se regañó a sí mismo por el rumbo que estaban teniendo sus pensamientos.

La cubrió con la manta que estaba sobre el sofá y salió lentamente de la casa, cerró la puerta con cuidado y se quedó recargado unos segundos mirando hacia el cielo. ¿Qué enfermedad padecería esta chica para tener ataques así? ¿Vivirá sola? Suspiró resignado para luego volver a su casa y terminar con lo que había empezado, la mudanza.

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Layla se despertó con un sobresalto aferrándose al sillón y a la manta que la mantenía envuelta. Confundida miró alrededor para verificar que no hubiera nadie en su casa, quizá todo había sido una pesadilla, seguro se había golpeado la cabeza en uno de los ataques y había tenido alucinaciones. Pero es que eso no podía ser, estaba en la sala, tapada y con la fiebre baja. Alzó las cejas sorprendida y se levantó con muchísima más facilidad de la que podía esperar estando en su necesidad.

Se tapó bien con la bata y subió a su cuarto de nuevo, se acostó, fue entonces cuando miró el móvil y que se dio cuenta de que algo andaba realmente mal.

-No-puede-ser -dijo lentamente y separando cada palabra.

Eran las ocho de la noche cuándo había salido a tirar la basura, no podía creer lo que sus ojos veían. Según el móvil ella había dormido más de cinco horas, pero eso no era lo sorprendente, lo más increíble era que en esas cinco horas no había tenido un ataque. Desconcertada, Layla salió de la cama y fue al baño para darse una ducha, pero ni siquiera llegó a la puerta porque a mitad de camino estaba ya en el suelo gritando de dolor. Otra vez. Pero en esta ocasión era distinto, lo que más le dolía no era el vientre, sino justo en el centro. 

Lloró en esta vez, gimió durante todo el ataque sintiendo un inmenso dolor, incluso sintió como su clítoris estaba a punto de reventar. Toda en ella DESEABA ser tomado. Pensó en aquel roce en su cuello... 
Ah, se estremecía de tan sólo recordarlo. Se humedeció un poco, pero eso no ayudó a calmar el dolor del ataque, por el contrario, hacía que fuera peor el sufrimiento. Así que decidió probar algo que jamás se hubiera imaginado capaz de hacer, bajó su mano lentamente posandola en el centro de su dolor y  se arqueó soltando un enorme grito desesperado que llegó a ser escuchado en la casa de a lado, por una persona en especial.

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Cuando por fin había terminado de acomodar las cajas y todos los muebles eran pasadas la una de la madrugada. André se sentó en el sillón que aún tenía la bolsa de protección y suspiró de cansancio. Tenía que ir a la cama ya, era muy tarde y en unas horas tendría que levantarse de nuevo para terminar la mudanza. Se levantó y fue hacia donde sería su cocina y tomó un poco de agua directamente del grifo.

En esos momentos comenzó a escuchar nuevamente los gritos aterradores que provenían de la casa de su vecina. Eso en verdad lo incomodó ya que no sabía si debería ir a ayudar o tenía que quedarse ahí. Salió al porche para observar si es que alguien más también los oía, pero nadie estaba afuera a esas horas, eso indicaba que nadie le prestaba atención a esos gritos o es que ya se habían acostumbrado. A cada segundo los gritos eran más y más fuertes, sin saber que hacía realmente él se fue acercando a esa casa, atraído como por un imán.

Hipnotizado caminó lentamente sin quitar la vista de la única ventana de la que salía luz, no sabía cuanto tiempo había pasado desde que estaba afuera de esa casa con la vista hacia arriba, él sólo miraba a la ventana soñando con subir y tomar a aquella mujer entre sus brazos y aliviar su dolor. Pero su autocontrol no duró demasiado, ya que el grito que lo despertó de su estupor fue completamente diferente de los de antes, éste grito sonaba una súplica, una que le rogaba fuese por ella y terminara con ese tormento.

El instinto reaccionó antes que la conciencia y él ya se hallaba atravesando la puerta, fue a las escaleras y subió corriendo completamente enloquecido. Buscó la habitación de la que provenían los gritos lastimeros y aquello que vio fue tan confuso que le petrificó el cuerpo.

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Cuando Layla se sintió a sí misma en su hendidura gritó sin saber si era de dolor o placer, pero tomando en cuenta que en los últimos días esos conceptos se habían fundido, no habría forma de saberlo. Comenzó por acariciarse lentamente, pero incluso el roce del viento le provocaba sensaciones demasiado fuertes. Paró de hacerlo y se aferró como de costumbre el vientre haciéndose rollo, sin embargo eso le provocó aún más dolor así que a pesar de su vergüenza volvió a bajar la mano y ésta vez no paro de acariciarse, eran caricias lentas pero desesperadas.

Justo en el momento en que no creía que nada podría ir peor, no fue así, en ese segundo antes de que su orgasmo llegara vio entrar a una figura masculina, que se quedó paralizado en el umbral de su habitación. Esa mirada de deseo y desconcierto le hizo llegar al clímax más vergonzoso de toda su existencia, pero fue tal el placer que sintió, que volvió a retorcerse como poseída, porque en vez de ser saciada, su necesidad exigió más, mucho más, enviado una ola de calor y hormonas por toda la habitación que le llegó como una invitación irrechazable al intruso que tenía en su casa.       

martes, 21 de junio de 2016

Secretos Pt. 1

—Tengo miedo mah —le susurro contra su pecho, la pequeña y frágil Ahlí a su mamá. 

—Todo va a salir bien mi niña, dolerá sólo por un rato, pero después todo habrá valido la pena. Yo pasé por ello y tu hermana también, ahora una hermosa familia. Es tu turno. 
tenemos
—¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué no puede ser como en otros lugares del mundo? —protestó entre gemidos, temblando de terror. 

—No lo sé Ahlí, pero es nuestro destino pasar por esa prueba si quieres ser una mujer completa en nuestra sociedad. 

—Hubiera deseado ser un hombre entonces, para poder negarme a hacerle eso a mi futura esposa. —Se levantó y miró a su mamá con rabia y miedo—. No me hubiera importado lo que tuviera que pasar después, no le haría eso a nadie.

Ahlí se fue corriendo a su tienda. Disfrutó de su última vista hacia lo que le había pertenecido por años. A lo que le arrebatarían al día siguiente para venderla a un hombre al que apenas conocía. 

Se metió a escondidas a su hueco secreto detrás de la pared, encendió el aparato de tecnología que había comprado en el mercado negro y se conectó esperando que él estuviera disponible. Tenía que despedirse. Esta sería la última vez que podrían hablar.

Debía explicarle todo, contarle la verdad de dónde provenía y a donde iría a parar mañana al atardecer. 

"Hola" escribió en la ventana de conversación. Esperó unos segundos y él se conectó.

"Hola preciosa" le respondieron.

"Debo contarte algo muy importante, tienes que prestar atención" suspiró Ahlí y esperó a que llamara.

Mañana todo el mundo sabría de este pequeño pueblo, de su cultura y sus tradiciones. Con un poco de suerte en algunas generaciones alguien vendría a rescatarlos de la primitividad. 

—Que hay —le dijeron cuando respondió la llamada. 

—Presta atención, ¿puedes grabar esta llamada? Es importante. 

—Claro, pero dime que pasa. ¿Estás bien? —El muchacho del otro lado de la pantalla se acerco un poco preocupado por la cara que tenía su amiga, alzo la mano y la acercó a la camara como si pudiera tocarle. Ella lo sintió. 

—Cuando termine de contarte todo, lo sabrás. —respondió con un pequeño temblor en su voz. Estaba rompiendo todas las reglas. Si alguien la descubría, la ceremonia de mañana parecería un juego de niños en comparación con lo que le harían. 

—Está bien. Te escucho.

Ahlí ordenó mentalmente sus pensamientos para poder comenzar a hablar. Esto pasaría a la historia si lograba contarlo todo... 

lunes, 30 de mayo de 2016

Recomendación del Mes: Manhattan Crazy Love

Reseña: Katie Conrad es la chica con  más mala suerte del mundo. El destino,  su mejor amiga y muchas mentiras con buena fe la  ponen frente al  trabajo de su vida,  pero también frente a Donovan Brent, el  hombre más odioso y atractivo sobre la  faz de la  tierra.
Donovan parece vivir sólo para torturarla. Y aunque  Katie no duda en plantarle cara, las cosas casi nunca salen como las planea. Él  convierte el sexo en algo increíble, loco y salvaje,  y ella tendrá que  decidir si  eso es lo que  quiere o no.
Los  cuentos de hadas han  vuelto
Opinión Personal: De entrada es una novela muy sexy, yo me leí primero el segundo libro y quedé fascinada así  que intente buscarlo en físico para poder comprarlo y fue cuando descubrí que había una primera parte, luego leí este y me enamoré de ambos. Además este libro en especial tiene un toque demasiado divertido y sensual que te va a hacer avanicarte sonrojada cada que lo leas (jajaja que senturrona me oí). Pero si las novelas eróticas son lo suyo o te quieres animar a leer una por primera vez, este es tu libro.
Tiene tintes de BDSM lo cual lo hace muy genial y extraño; no, no es una copia de 50 sombras de ya saben quién. En realidad es muy fresco y no aburre para nada, te juro que te va a atrapar desde la primera página y te tendrá en suspenso. Pero eso si, te hará rabiar y querer golpear a quien tengas a un lado.
Su final quizá es un poco predecible pero realmente el camino que tenemos que transitar para llegar a el realmente vale la pena. Espero sus propios comentarios.

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