Antes de que lean este capítulo quiero pedir una disculpa por los meses que tardé en actualizar, llegó un momento en el que creí que ya no valía la pena seguir con esta historia sin embargo alguien me pidió que siguiera, que quería saber más acerca de Janeth así que lo hice. Espero ser más constante en esta ocasión. Segunda cuestión, en mi regreso al fanfic hice algunos cambios en la historia que ya estaba publicada, son cambios insignificantes que no te afectan si es que ya no quieres volver a leer. Como resumen, su nombre en Osadía cambió a "Jane" y es el dato más relevante de los cambios que hice. Ahora sí, disfruta.
No se mueve
ni emite ni un solo ruido y lo único que se llega a escuchar unos segundos
después fueron los aplausos de Eric.
—¡Bien hecho! Esto realmente fue una lucha entretenida —se
burla—. Quien sea, llévesela a la enfermería, no creo que ella pueda recobrarse de ésta como
los demás —dice, señalando a los que están recobrándose a duras
penas de las peleas pasadas—. No tiene esa fortaleza.
Christina,
amiga de Tris se acerca furiosa con la intención de ayudarle, sin
embargo Eric se interpone en su camino y le mira con desdén.
—Tú eres la siguiente y el tratar de huir no te va a
librar de la pelea. Que se la lleve alguien más, o sólo déjala en un rincón esperando que
despierte.
Le miro sin poder darle crédito a sus palabras, sabía que él era cruel, pero realmente es mucho peor que eso. Sin esperar
ninguna palabra me acerco a Tris que está inconsciente y aún con la rabia en mi interior, la levanto. Aunque me cuesta un poco de trabajo hacerlo, ya que también estoy adolorida, camino
con decisión hacia la salida ignorando los comentarios de los demás.
Como
puedo abro la puerta y veo que Cuatro está a unos pasos, recargado en la pared
como él solía hacerlo cuando se quedaba mirándome mientras trabajaba en las computadoras. Bufo
y sigo caminando hacia la enfermería, en silencio me sigue sin embargo siento como
sus ojos me perforan la nuca, no entiendo porque tanto
enfado. Dejamos a Tris en una cama libre y salgo, él se queda unos segundos adentro mientras yo me dirijo nuevamente a la sala de entrenamiento.
Siento como unas manos pesadas me aferran el
hombro y me obligan a voltearme.
—¿Por qué lo hiciste? —pregunta hecho una furia.
—¿Disculpa? —le miro ofendida—. ¿En serio estás preguntándome por qué me defendí? ¿O tu verdadera pregunta es por qué no soy yo la que está ahí? —señalo la puerta donde está Tris.
—Tú sabías pelear cuerpo a cuerpo,
era obvio que ella no.
—¿Y sólo por eso debía dejarme golpear por
ella? ¿Estás diciéndome que los Osados debemos tenerles consideración a nuestros
adversarios y dejarnos vencer sólo porque no saben defenderse?
Le doy la espalda sin esperar respuesta con la
intención de volver, pero Cuatro se mueve rápido. Me toma de los hombros y me
empuja contra la pared, me inmoviliza con un brazo poniéndolo contra mi pecho y
con su mano libre golpea la pared muy cerca de mi rostro, provocándome miedo.
—Sabes cómo noquear a una persona
fácilmente... —Habla muy bajo cerca de mi oído, aunque suena como a un gruñido
contenido.
—Eric quería un espectáculo. Además, si yo
hacía eso, él se hubiera sorprendido que una trasladada supiera luchar de esa
forma. ¿Querías que me expusiera también? ¿Y con ello, el secreto de lo que
hacíamos todas las veces que venía a Osadía antes de mi traslado?
Cuatro gruñe sin contenerse y vuelve a golpear
la pared con su mano antes de alejarse unos pasos. Sin moverme un centímetro le
miro confundida.
—¿Por qué te pones así por una estirada?
—Pregunto cautelosa.
—No es sólo por ella. —Se sincera—. Eric tiene
un plan de entrenamiento este año que me molesta, y no por la rudeza del plan,
sino por el trasfondo que podría tener.
—Se están adelantando... —susurro para ambos.
Él asiente y nos miramos por unos segundos sin decir nada, como si estuviéramos
teniendo la conversación en nuestras mentes.
—Hablemos de esto en otro momento fuera de
aquí.
Se aleja en dirección contraria a la sala de
entrenamiento y yo vuelvo algo distraída. Cuando entro, Cristina está en el
piso inconsciente y Peter habla mientras se burla. Eric comenta que han sido
todas las peleas por hoy y que mañana haremos una excursión a la valla. Salimos
de ahí, los que aún podemos caminar, para dirigirnos a tomar la cena.
Terminando, declino la oferta de Uriah para beber en el Pozo y me dirijo a
dormir temprano, aún estoy demasiado adolorida y cansada. Pareciera que el
agotamiento de los últimos días toma factura en mí porque me quedo dormida casi
al instante en que apagan las luces del complejo.
**********
Estábamos
en una habitación muy fría, era pequeña y oscura ya que estaba casi al fondo de
la estructura del complejo de Osadía, en una zona casi abandonada, era donde
nos ocultábamos para entrenar. También podíamos hablar tranquilamente sin que
fuésemos intervenidos, ya que a las pocas semanas de que termináramos de
instalar todo el CCTV del complejo, nos dimos cuenta que no tendríamos
pretextos para seguirnos viendo, pero se dio a la tarea de buscar un lugar
donde pudiéramos seguir nuestro trato; él me entrenaba en combate físico y yo
le asesoraba en cuestiones más... intelectuales.
Cuatro
estaba de espaldas contra el suelo, yo estaba de pie a un lado de él riendo.
—¡Lo
logré! —le miré desde arriba y lo señalé—. Al fin logré vencerte.
Él
intentó girar su cuerpo en el suelo, barriendo sus pies cerca de los míos con
la intención de hacerme perder el equilibro, sin embargo fui más rápida y salté
justo en el momento adecuado para evitar caer. Sonreí al estirar la mano para
ayudar a levantarlo y de un movimiento, dejó caer su peso hacia atrás haciendo
por fin que perdiera el equilibro, lo cual aprovechó para situarse detrás de mí
y hacerme caer en una media vuelta de espaldas al suelo.
—Jamás
cantes victoria antes de tiempo —comentó con la respiración entrecortada por el
entrenamiento que habíamos tenido—. El enemigo siempre puede volver a ponerse
de pie.
—No
si lo elimino definitivamente —contesté entre quejidos, sobándome la cadera
mientras me levantaba—. Lección aprendida
Sin
decir mucho más, nos tomamos un tiempo para regularizar nuestras respiraciones
y beber agua. Minutos después, antes de salir de la habitación, Cuatro me
detuvo de un brazo y me giró hacia él.
—Promete
que lo que has aprendido en estas semanas sobre combate jamás lo usarás contra
los débiles. Es defensa personal y no debes abusar de ello, ¿entendiste?
—Claro
—sonreí con burla—. Lo tendré en cuenta cuando sea más fuerte que tú. No te haré
daño, tranquilo.
Él
hizo una mueca al sonreír. Puso su brazo encima de mis hombros en un medio
abrazo y salimos con cautela al pasillo oscuro que nos llevaría a las vías,
para que yo pudiera regresar a Erudición.
**********
Al día
siguiente nos llevan a la valla, tenemos que estar a las ocho y cuarto en las
vías. Cuando despierto Tris está de nuevo en su cama, seguramente regresó
cuando era de noche; se ve realmente fatal, uno de sus ojos está completamente
morado y algo hinchado. Me siento algo culpable así que no le presto atención
en casi todo el día.
La visita
transcurre sin muchas novedades, nos explican los trabajos que podríamos
realizar si logramos pasar las pruebas de la iniciación y Cuatro nos da una
visita guiada por toda la valla. Casi al final de la tarde, justo antes de
volver cuando todos esperamos el tren; mientras hablaba con Lynn sobre lo que
más nos convendría hacer después de la iniciación, veo a Cuatro platicando con
Tris, sin quitarles la mirada de encima observo cómo le toca el ojo morado con
delicadeza y aunque ella aleja la cara él no deja de mirarla. Regresamos al
complejo en la tarde justo a la hora de comer, pero termino mucho antes que
todos y me levanto.
Doy vueltas
por el complejo sin prestarle mucha atención por donde camino, llego al borde
del abismo y me siento pegada a la pared mirando hacia la nada. Después de unos
minutos de silencio una voz firme rompe el hilo de mis pensamientos.
—¿Qué haces
aquí sola?
Me levanto
asustada creyendo que se trataba de alguien más, me sacudo la ropa y cuando
enfoco mi mirada en la oscuridad pero sólo es Eric que está mirándome con los
brazos cruzados.
—Yo...
—carraspeo—. Yo sólo quería estar sola y pensar.
—Ahora eres
una Osada, no debes pensar. Sólo actuar.
—¿Disculpa?
No sé a qué te refieres, pero sólo es un decir. El hecho de que esté aquí en
Osadía no significa que deje de pensar.
Trato de
caminar de vuelta al bullicio que se oye a lo lejos del Pozo, pero me corta el
paso poniendo su ancho brazo en lo angosto del túnel.
—Sé lo que
tramas. Te he observado desde que llegaste, por alguna razón sentía que te
había visto en algún lugar y no podía recordarlo, hasta que te vi salir de la
sala de control detrás de Cuatro. Fue entonces cuando te recordé, Janeth.
Me tenso al
oír mi verdadero nombre y aprieto los puños. Alzo la vista y le miro con desprecio.
—¿Qué es lo
que quieres?
—Quiero
ayudarte. Sé que eres una chica lista y no me vendría nada mal un aliado. He
visto como Cuatro mira a Tris y sé que eso no te agrada. Sé que estas enfadada
con él por dejar de lado su... ¿Amistad? Lo que sea, ella lo está acaparando y
es algo que te cabrea, ¿no es así? —Sonríe con malicia, le sigo mirando sin
responder, pero tampoco es como si esperase una respuesta—. No es nada para mí
y sí tú me ayudas en una pequeña cuestión, puedo deshacerme de ella para que tu
relación con Cuatro no tenga obstáculos y siga como antes. ¿Qué te parece?
Estira su
mano hacia mí como sí necesitara reafirmar un trato que se hizo de palabra, sin
embargo no me muevo.
—Yo no
necesito de tu ayuda, porque no sé de qué relación hablas. Cuatro y yo nunca tuvimos
nada más allá de los cursos que yo venía a darle. Y hasta ahora es que le
vuelvo a ver desde hace meses que se terminaron las instalaciones de su centro
de control. Si me disculpas, me iré a dormir.
Esquivo su
brazo pasando por debajo y comienzo a caminar, se oyen pasos tranquilos detrás
de mí y yo deseo poder salir cuanto antes de ese túnel, casi al final, él me adelanta
deteniéndome de nuevo de un brazo.
—Si cambias
de parecer, búscame. Ella puede causarte muchos problemas si la dejas que haga
lo que desea. Recuerda bien esto Janeth: Toma lo que es tuyo y elimina lo que
amenace tu felicidad, si no, ellos te van a eliminar a ti.
Sin dejarme contestar nada más, sale del túnel y
se incorpora al ruido del Pozo. Me detengo en la cornisa y los busco, ella está
riendo junto con sus amigos mientras come, Cuatro está a un lado y medio sonríe
al verla. Desvío la mirada confundida y comienzo a caminar rumbo hacia las regaderas, siento como
con cada paso mi decisión se reafirma más y más.